Luego de una larga ausencia motivada por las vacaciones, un calor ‘infernal’ y una mente espesa como para crear contenido ahora puedo decir que ‘he vuelto’. Sí, he vuelto para retomar los antiguos hábitos después de que unos intensos días de verano me hicieran ‘aparcarlos’ en su momento, sin embargo esa ausencia estuvo impregnada de experiencias e historias propias y ajenas que ahora se encargan de darle vida a estas líneas.
De un tiempo acá parece que nuestras vidas giran en torno a las redes sociales y no lo contrario. Basta con dar un vistazo al final del día para resumir la actividad del día a día que las personas dejan en sus muros de Facebook, en los 140 caracteres de Twitter, en las documentaciones gráficas que suben a Instagram o en los mensajes que buscan compartir con quien sea en Google+ para que estos sean vistos.
Tuve la oportunidad de conversar con amigos y conocidos, conocer sus opiniones personales en cuanto al uso que les dan a las redes sociales. Muchos de ellos no pertenecen al mundo del Marketing, ni de la Publicidad, ni de Relaciones Públicas y mucho menos del Social Media, por lo tanto su presencia en las redes sociales es netamente personal. Esto venía a ser la coyuntura que me permitiría, en cierto modo, desconectar del sector y ver más de cerca cómo son vistas las redes sociales por las personas ajenas a toda esta ola de información 2.0
Hay variedad de opiniones, hay motivos de peso en muchas de ellas como para saber hasta dónde quieren compartir así como cada uno tiene sus intereses propios, todo esto tiene sentido cuando conversas con ellos y sabes cuáles son sus actividades diarias. Muchas veces nos atrevemos a juzgar a las personas sin antes preguntarles sus verdaderos motivos, en ocasiones nuestros veredictos son infundados por elucubraciones propias y otras veces acertamos.
Cuando digo que no estamos preparados para las redes sociales lo digo porque ahora conozco más motivos para afirmarlo que hace unos días atrás, no bastaba sólo conocer opiniones ajenas y ver publicaciones compartidas en los muros de FB de la vida diaria de alguien, sino en saber y constatar que existe un gran número de personas que aún no son conscientes del daño que ellos mismos pueden ocasionarse cuando no conocen ni se establecen límites a sí mismos para su comportamiento virtual, aunque viéndolo desde otro ángulo este comportamiento seguro debe ser el mismo en la vida real.
¿Cuántas publicaciones de índole personal nos encontramos en las redes sociales abiertas para todo el ‘mundo’? ¿cuántos, en su afán de demostrar a quien conoce y a quien no, comparten imágenes de lo bien que se lo están pasando con los amigos en el concierto de Madonna o en la boda del mejor amigo mientras se supone que están de baja en el trabajo? Personas que despotrican de sus jefes y compañeros de trabajo públicamente desde sus muros, Time Line o Streams, esto tendría sentido si el objetivo es ser despedido de ese trabajo. Personas que son figuras públicas, como el caso de la concejal del PSOE con su vídeo erótico por el que tuvo que dimitir y que como otros tantos no tienen perfecto dominio del uso de las redes sociales y mucho menos consciencia sobre lo que se debe y no compartir. Y para seros más sincera poco me importa tu estilo de vida y nivel de erotismo que le das a tu relación, y en teoría es así como debe funcionar para todos, tu privacidad es tuya y por lo tanto debes saber gestionarla también en las redes sociales donde interactúas.
Son muchas las anécdotas ya sobre acciones virtuales que han tenido sus consecuencias reales, debemos ser conscientes de lo que decimos, compartimos y publicamos. No se trata de cohibirnos pero debemos saber con quién sí que tenemos que cohibirnos dependiendo de aquello que queremos decir y con quién no. Poco sentido tiene cuando te encuentras de baja en tu trabajo por enfermedad y mientras en tu muro te encargas de decirles a tus amigos lo buena que estuvo la marcha anoche, disculpame que te lo diga ‘en tu cara’ pero eres tont@.
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