Harvey quedó impactado, especialmente cuando vio que el interior del taxi estaba igual que el exterior, ¡limpio sin una mancha!
Mientras se acomodaba detrás del volante, Wally le dijo, “¿Le gustaría un café?. Tengo unos termos con café regular y descafeinado.” Harvey bromeando le dijo: “No, preferiría una soda.” Wally sonrió y dijo: “No hay problema tengo un conservador con Coca Cola regular y dietética, agua y jugo de naranja.” Casi tartamudeando, Harvey le dijo: “Tomaré la Coca Cola dietética.”
Pasándole su bebida, Wally dijo, “Si desea usted algo para leer, tengo el Wall Street Journal, Time, Sport Illustrated y USA Today…”
Al comenzar el viaje, Wally le pasó otro cartón plastificado, “Estas son las estaciones de radio y la lista de canciones que tocan, si quiere escuchar la radio”.
Y como si esto no fuera demasiado, Wally le dijo a Harvey que tenía el aire acondicionado encendido y si la temperatura estaba bien para él. Luego le avisó cual sería la mejor ruta a su destino a esta hora del día. Le hizo conocer que estaría contento de conversar con él o, si prefería lo dejaría solo en sus meditaciones…
“Dime Wally“, le preguntó Harvey: “¿siempre has atendido a tus clientes así?”
Wally sonrió: “No, no siempre. De hecho solamente los dos últimos años. Mis primeros cinco años manejando los gasté quejándome igual que el resto de los taxistas. Un día escuché en la radio acerca de Wayne Dyer un “Gurú” del desarrollo personal. Acababa de escribir un libro llamado “Tú lo obtendrás cuando creas en ello.” Dyer decía que si te levantas en la mañana esperando tener un mal día, seguro que lo tendrás muy rara vez te frustrarás. El decía, “Para de quejarte” “Sé diferente de tu competencia. No seas un pato. Sé un águila. Los patos hacen bulla y se quejan, las águilas se elevan encima del grupo.”
“Esto me llegó aquí, en medio de los ojos”, dijo Wally. “Dyer estaba realmente hablando de mí. Yo estaba todo el tiempo haciendo bulla y quejándome, entonces decidí cambiar mi actitud y ser un águila.” “Miré alrededor: los taxis estaban sucios, los chóferes no eran amigables y los clientes no estaban contentos. Hice algunos cambios. Uno a la vez. Cuando mis clientes respondieron bien, hice más cambios.”
“Se nota, que los cambios se han pagado”, le dijo Harvey.
“Si, seguro que sí”, le dijo Wally. “Mi primer año de águila dupliqué mis ingresos con respecto al año anterior. Este año posiblemente lo cuadruplique. Usted tuvo suerte de tomar mi taxi hoy. Usualmente ya no estoy en la parada de taxis. Mis clientes hacen reserva a través de mi móvil o dejan mensajes en mi contestador. Si yo no puedo servirlos consigo un amigo taxista confiable para que haga el servicio.”
Wally era fenomenal. Estaba haciendo el servicio de una limusina en un taxi normal. Posiblemente haya contado esta historia a más de cincuenta taxistas, y solamente dos tomaron la idea y la desarrollaron. Cuando voy a sus ciudades, los llama a ellos. El resto de los taxistas hacen bulla como los patos y cuentan todas las razones por las que no pueden hacer nada de lo que les sugería.
Wally el taxista tomó una diferente alternativa. Decidió dejar de hacer bulla como los patos y volar por encima del grupo como las águilas.
Los Patos hacen bulla. Las águilas vuelan.