En los últimos meses me ha tenido lo bastante liada la planificación, proyección y difusión de comunicación de una campaña política. Para quienes me conocen saben que siempre me he caracterizado por ser lo suficientemente apolítica, y así lo sigo siendo. Así que el hecho de…. no implica que….

De hecho considero que haber llevado a cabo este proyecto bajo esta característica, me hizo proyectarlo de una manera más neutral y objetiva.

Durante estos meses tengo que resaltar experiencias vividas, anécdotas y conocimientos extraídos del entorno político de un país en el que no nací, pero que es la tierra de mis abuelos y bisabuelos. Un país marcado por el pasado de una dictadura y actualmente con una mal llamada democracia, como le dicen algunos.

España acaba de pasar por un proceso electoral en medio de un movimiento juvenil, manifestando y pidiendo a todo pulmón una reforma electoral, una democracia real, es decir un cambio en general en los políticos que gobiernan este país. Sin embargo las elecciones se llevaron a cabo con un bajo nivel de participación, aunque no menor al de las elecciones de hace 4 años.

Durante el desarrollo de la campaña, puedo decir que me quedo con lo más importante de todo, las personas que conocí, las buenas relaciones que se pueden crear siempre resulta una de las mejores experiencias para mí, así como lo que puedes aprender de cada una de ellas. Por supuesto que también están aquellas personas que te enseñan lo que no quieres poner en práctica en tu vida, y es a esas personas a las que prefieres echar al baúl del olvido.

Uno de los puntos que debo mencionar, son las sensaciones recogidas de las personas que eran el target de campaña, los electores. Se podían obtener diferentes puntos de vista, siempre tildados de sus creencias y experiencias políticas. Algunos marcados por una historia familiar o propia, otros cargados de agresividad y desconfianza hacia cualquier ente político, muchos contagiados del entorno en el se desenvuelven a diario pero de los que no tienen ni remota idea qué significa ese “punto de vista” que manifiestan. Como la madre que le dice a su niña de apenas 6 años que no reciba nada de tal partido porque es de derechas o de izquierdas, y resulta que así crecerá esa niña que sin saber porqué, ella votará toda su vida por aquel partido que papá y mamá le han dicho que haga, espero que en algún momento de su etapa de joven o adulta tenga la suficiente voluntad de discernir sobre la ideología política con la que más se identifique, sin necesidad de ir por inercia ejerciendo su derecho al voto.

Las buenas opiniones también eran meritorias de escuchar y analizar, el cansado del sistema, del gobierno actual, de los políticos corruptos y los que preferían abstenerse de opinar, incluso de ir a votar, en fin nadie estaba conforme con los políticos que les respresentan.

Lo cierto es que mi indignación se debe en gran parte a esas personas que se quejan a diario desde la comodidad de su sofá y que al momento de poder hacer algo prefieren escudarse con el pretexto de “todos son iguales”, o del que comenta lo mal que marcha el país mientras se toma las cervezas en el bar de la esquina, del padre que educa a su hijo con un resentimiento profundo hacia el que opine diferente a él, de aquel que se impone con sus creencias humillando y despreciando las ajenas, o con aquel que ataca sin siquiera tener fundamento para hacerlo.

De toda esta experiencia sigo manteniendo mi postura, y es que en lo particular eso de derechas e izquierdas sólo lo aplico cuando el GPS me indica para donde debo girar o para ubicar el botón que debo pulsar en el mando de la PlayStation. Que no me “caso” con ninguna ideología política porque en definitiva resulta que estas son hechas por personas, que independientemente de sus creencias y necesidades la mayoría de sus propuestas suelen cambiar en el transcurso de su puesta en marcha. Que no soy quién para juzgar a las personas por el simple hecho de pensar diferente a como yo pienso. Que si hablamos de democracia entonces, ¿porqué te crees con derecho a no permitir que nadie más pueda participar y aportar sus ideas para su entorno?. Que por el hecho de insultar a quien sea mi contrincante en una “batalla” no me hace destacar como el mejor ejemplo a seguir y que por sobre todas las cosas todos tenemos derecho a opinar, a elegir qué camino queremos tomar, a equivocarnos, pero lo más importante como seres humanos que somos es darle una nueva oportunidad al que rectifica.

Indignada pero sin acampar
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