En el plano social como en el comercial muchas veces debemos optar por establecer y definir cómo diferenciarnos, es decir, que nuestra marca, producto, servicio o nuestra personalidad destaque según el entorno que corresponda.

Existen imnumerables ofertas en servicios, productos, marcas y por supuesto millones de personas dispuestas a consumirlos. Solemos enfrentarnos a constantes valoraciones para decidir qué producto comprar, qué servicio escoger, con quién relacionarnos y a qué político queremos votar.

Cuando queremos darnos a conocer dentro de un entorno con el que nos identificamos, debemos enfocarnos en cómo darnos a conocer para destacar dentro del mismo. De igual manera ocurre en el sector comercio y en la política.

Es importante saber emitir el mensaje que queremos difundir, nuestros objetivos y nuestro lenguaje, así como también conocer el medio, sus características, su desarrollo y sus necesidades.

Para asumir el rol que queremos desempeñar dentro del sector que sea, además de tener conocimientos y experiencias sobre el área, también debemos centrarnos en conocer cuáles son los puntos fuertes que se dominan sobre la misma, de manera de poder establecer aquellos puntos que crearán la diferencia frente a la competencia.

Un punto que puede utilizar un político a favor y como factor diferenciador puede ser sus inicios dentro del sector o simplemente un candidato que ofrece todo lo contrario a los que ofrecen sus contrincantes así como demostrar su disposición a comunicarse directamente con las personas. El lanzar al mercado de gran consumo un producto de higiene personal para un nuevo nicho en el mercado con un formato que rompe los patrones de los ya existentes podría resultar un diferencial que lo destaque dentro de los lineales, independientemente de que sus componentes resulten ser iguales o similares a los de la competencia. Un factor diferenciador  y que nunca debe descuidar cualquier marca es su calidad de atención al cliente, sin importar sector, ni qué tan grande o pequeña sea la empresa.

Es necesario realizar una breve ‘pausa’ en el servicio de atención al cliente, sobre todo cuando se ha sido ‘víctima’ de no muy gratas experiencias con marcas de reconocimiento y con otras pequeñas marcas, pero marcas al fin y al cabo. Una marca como Alitalia que no cuenta con personal que ofrezca una buena atención y que hagan sentir al cliente como si le estén haciendo un favor en atenderle y llevarle a su destino, y que dentro de sus políticas no hay cabida para las flexibilidades en cuanto a modificación de fecha en un boleto. Una marca de una peluquería en Venezuela, Julio’s, con una atención mediocre al público y carente de profesionalismo. Marcas que independientemente de sectores y ubicación geográfica tienen algo en común, y es que ni sus propietarios ni empleados tienen el menor interés por ofrecer calidad en la atención al cliente. En consecuencia frente a situaciones así el cliente no regresa y por supuesto el ‘boca-oreja’ juega un papel fundamental encargándose de ‘desprestigiar’ a las mismas.

Como consumidores siempre buscamos que el beneficio vaya acorde con la calidad y el precio que pagamos, como ciudadanos buscamos confiar en esa persona que se supone velará por nuestro bienestar y el de nuestra comunidad, como personas buscamos personas con valores similares a los nuestros para relacionarnos, compartir y aprender de ellos.

El factor diferenciador
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